sábado, 16 de enero de 2010

Exposición FIM Almería


Estimado/a amigo/a:

La Fundación de Investigaciones Marxista va a exponer en la Biblioteca Francisco Villaespesa una serie de carteles y materiales del Movimiento por la Paz y el Desarme durante los años ochenta. El motivo principal es sumarnos, desde un lado crítico, al sesenta aniversario de la creación de la OTAN, realizando este pequeño homenaje a todos/as aquello/as que llevaron a cabo la mayor movilización en España desde la muerte del dictador. Y a todos/as los que continúan movilizándose contra las guerras y la globalización salvaje. Esperamos vuestra visita, la sala de exposición es el salón de actos de la biblioteca, el horario el mismo que tiene el edificio, y la fecha del 18 al 30 de enero de 2010.

Un cordial saludo de la FIM Almería.

El motivo de esta exposición es la conmemoración de los sesenta años de la creación de la OTAN, y desde la Fundación de Investigaciones Marxista hemos considerado oportuno sumarnos a dicha celebración, con una evocación de la importante oposición ciudadana a la integración en la Alianza y del significativo Movimiento por la Paz que se despertó a la par que se estaba llevando a cabo el proceso atlantista en España.

La coyuntura internacional era de reverdecimiento de la Guerra Fría (1979-1989) por la nueva doctrina adoptada por La OTAN, el despliegue de misiles Cruise y Pershing II en Europa occidental y la respuesta soviética de los misiles SS-20. Eran estrategias basadas en “ataques preventivos” que anulasen la posible respuesta nuclear del enemigo, y que convertían a Europa en un escenario de terror ante un posible enfrentamiento bélico. Esta situación provocó una gran reacción en contra, tanto del movimiento pacifista tradicional, como el de un nuevo Movimiento por la Paz y el Desarme nuclear, que poco a poco se fue articulando y coordinando. Durante los años ochenta se pusieron en marcha iniciativas siguiendo al European Nuclear Disarmament (END) y el llamamiento hecho por el historiador Edward P. Thompson, que obtuvieron gran seguimiento en el continente, incluso tras los Urales, entre los círculos de disidentes. Los partidos verdes comenzaron a obtener escaños, las manifestaciones pacifistas a favor del desarme y de modelos alternativos de defensa se multiplicaron, y aparecieron líderes importantes, como Petra Kelly o el exgeneral Gert Bastían. El movimiento contra el terror nuclear fue extendiéndose a la vez que madurando. La principal tesis práctica de los pacifistas era el desarme unilateral, frente a los teóricos de la Guerra Fría que defendían que los primeros pasos para el desarme debían darlo los del otro bloque militar. La pugna concluirá a partir de 1985, con el agotamiento de la URSS que cederá, agobiada por los problemas económicos y la crisis de legitimidad de la burocracia soviética. El presidente de la URSS, Mijail Gorvachov, dio pasos previos para alcanzar el desarme multilateral, iniciando el desarme unilateral.

En España la relación con La Alianza se inicia inmediatamente después de la muerte del dictador, con los gobiernos de la monarquía, que plantearon la posibilidad de cooperación con La OTAN, y firmaron el tratado bilateral hispano norteamericano de 1976, aunque las reticencias de gran parte de los países europeos hacia un país de escasas garantías democráticas, mantuvo alejada la posibilidad de adhesión. A partir de entonces el Gobierno puso en juego una constante presión diplomática para conseguir el apoyo de los países miembros de la OTAN a una posible solicitud de ingreso, presión que fue acompañada por una estrategia de acercamiento a la organización militar, que dio buenos resultado, y al comenzar 1977 la Alianza y los EEUU veían ya con buenos ojos la integración española. Aunque el presidente Adolfo Suárez mantuvo una posición de neutralismo ambiguo frente a los adhesionistas, haciendo declaraciones de neutralidad al mismo tiempo que iba allanando el terreno para la integración. Tras las elecciones de junio de 1977 continuó el acercamiento a la Alianza, encarnado principalmente por el ministro Marcelino Oreja, que pretendía sustituir la relación de bilateralidad con EEUU por la de países atlantistas, entrar a la vez en La CEE y negociar con Gran Bretaña la devolución de Gibraltar. Mientras el presidente Suárez continuaba con la ambigüedad neutralista, preocupado en mantener el consenso en el interior del país, por lo que aparcaba los temas escabrosos durante el tiempo en que se redactaba La Constitución y se articulaban las nuevas instituciones democráticas. La UCD era partidaria de la adhesión a la OTAN por coherencia ideológica y oportunidad geoestratégica. Importante fue en estos momentos el veto francés al ingreso en el Mercado Común, que obligó al Gobierno español a utilizar la adhesión a la OTAN como moneda de cambio para presionar a la CEE y obtener el ingreso en esta. Finalmente, acosado por múltiples problemas internos, el presidente Suárez, con gran secretismo, decidió pedir el ingreso en la OTAN. Fue una de sus últimas decisiones antes de dimitir en febrero de 1981. El nuevo presidente, Leopoldo Calvo Sotelo, era un atlantista decidido, y desde el primer momento puso en marcha los mecanismos para la adhesión sin convocar un referéndum para ello. España se convirtió en el miembro decimosexto de La OTAN el 30 de mayo de 1981, con el apoyo parlamentario de UCD, PNV, CiU y UPN, y la oposición de PSOE, PCE, PSA, EE, ERC, PAR y UPC.

La decisión de Calvo Sotelo de solicitar el ingreso en la Alianza supuso el inicio de un gran debate nacional con indudables connotaciones electorales y con un reflejo en la aparición de importantes movimientos y campañas antiOTAN, sin precedentes durante el proceso de transición política española, teniendo como punto de arranque la primera Marcha a Torrejón de Ardoz en 1981, a la que siguieron otras en distintos lugares del Estado, como a Rota en Andalucía en 1983. El posicionamiento del PSOE hasta su XXX congreso era neutralista y antiamericano, y fue en aumento conforme UCD iba preparando la integración, convirtiéndose en estos momentos en un grupo antiOTAN. Felipe González afirmó en la investidura de Calvo Sotelo "Si algún día llegásemos al poder, propondríamos la salida de la Alianza Atlántica si el procedimiento de entrada no es un referéndum mayoritario al pueblo español". El partido socialista hizo de la salida de la Alianza una bandera electoral y un ariete de desgaste de UCD, logró en breve espacio de tiempo reducir el apoyo a la adhesión a un escaso 13%, e inició una amplia campaña con el lema “OTAN de entrada no”, recogió firmas, junto al PCE, pidiendo un referéndum logrando mas de un millón y elaboró un famoso documento propagandístico “50 preguntas sobre La OTAN”, en el que se sintetizaban sus posicionamientos en política exterior.

La victoria electoral del PSOE teóricamente conllevaba la convocatoria de un referéndum para salir de la Alianza, pero la praxis política generó dentro del partido un intenso debate sobre la conveniencia o no de la salida, y unas prácticas de ambigüedad controlada, que se saldaron con el cambio de opinión y el giro atlantista definitivo en 1984, culminando con el anunció de la celebración de un referéndum sobre la cuestión para marzo de 1986, en el que el PSOE pediría mantener la permanecía. Evidentemente, este cambio de posición fue apoyada por el Departamento de Estado Norteamericano y los países integrantes de la OTAN, que acogieron estas medidas con entusiasmo.

El Movimiento por la Paz en España, presentaba a tres grandes corrientes: la representada por los Comités antiOTAN, impulsadas por el Movimiento Comunista y la Liga Comunista Revolucionaria; el segundo grupo lo formaba los grupos pacifistas y antimilitaristas diversos, como el Movimiento de Objeción de Conciencia y los grupos aglutinados alrededor de la revista En Pie de Paz ; y el tercero articulado en torno al Partido Comunista de España, materializado en la Mesa por el Referéndum y la Plataforma Cívica para la Salida de La OTAN. Estas tres corrientes se coordinaron, no sin problemas y desavenencias, en la Coordinadora Estatal de Organizaciones Pacifistas (CEOP). El bloque atlantista estuvo compuesto por los partidos PSOE, CiU y CDS. El PNV dio libertad de voto y Coalición Democrática preconizó la abstención. La pugna electoral fue dura y desigual, los medios de comunicación jugaron un papel importante a la hora de inclinar la balanza a favor de la permanencia, especialmente TVE, que fue acusada por los partidos de la oposición de oficialista y de haber manipulado sin disimulo la campaña. El día 12 de marzo se celebró la consulta, obteniéndose contra todos los pronósticos, los siguientes resultados: sobre un número total de 29.025.494 electores, se contabilizaron 17.246.458 (59,42 %) de votos emitidos: 9.054.509 votos a favor (52,5 %), 6.872.421 votos en contra (39,8%), 1.127.673 votos en blanco (6,53 %) y 191.855 votos nulos (1,11 %). EL No a la permanencia fue mayoritario en tres comunidades autónomas, País Vasco, Cataluña y Canarias.

El triunfo del Si inició el declive del Movimiento por la Paz y el Desarme, aunque se reactivó en momentos como las guerras del Golfo Pérsico o los movimientos antiglobalización.

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