La reunión del G-20 que se llevará a cabo esta semana en Londres pretende (según sus organizadores) buscar soluciones a la crisis. Hasta ahora, las medidas adoptadas han tendido claramente a beneficiar a los que han provocado una situación que afecta a la gran mayoría de la población (y no a ellos). Es decir, en vez de aportar más medios para gastos sociales (y así ayudar a l@s que más están sufriendo dicha situación) deciden dar dinero a los que más tienen.Si realmente quisieran defender a l@s más afectad@s (como han declarado de manera bastante demagógica) deberían tomar medidas que no permitieran los despidos masivos que se están produciendo, que produjeran un aumento del poder adquisitivo de la mayoría, que impidieran situaciones de precariedad, etc... Se podría pensar que no existen recursos para conseguir esto pero, ¿acaso no acudieron rápidamente en ayuda de los poderosos con grandísimas sumas de dinero? Resulta obsceno comprobar como pueden ser capaces de reunir esas cantidades para “rescatar” a los ricos y no lo son para dar una mínima parte del mismo a la solución de otros problemas como el del hambre (se calcula que con un 1% sería suficiente para acabar con esa lacra), la precariedad laboral o la cuestión de la destrucción del medio.
Por desgracia la crisis económica no sólo no ha tocado fondo, sino que sigue avanzado, destrozando las esperanzas de miles de familias trabajadoras. Esto se refleja a las claras en las desorbitantes cifras de paro que acabamos de conocer (casi 3 millones y medio) a las que contribuyen los miles de despidos causados por demasiados expedientes de regulación de empleo que, no olvidemos, deben estar avalados por la administración. Por desgracia, no nos faltan ejemplos que nos permiten comprobar quienes son l@s que verdaderamente pagan las consecuencias de esta coyuntura tan propia del sistema capitalista: aumento del paro, incremento de los impuestos indirectos, precariedad laboral, exclusión social, …
Por supuesto, existen alternativas que pasan, no sólo por un mayor control de los mercados financieros y de los especuladores que nos han llevado a este punto, sino por otra serie de medidas como la repartición equitativa de las riquezas, la garantía de derechos y servicios sociales, una mayor contribución a las haciendas públicas de los que más tienen, nacionalización de la banca, eliminación de los paraísos fiscales, etc... Al fin y al cabo un profundo cambio que nos permita hacer realidad nuestra consigna que, hoy más que nunca, está vigente:
¡OTRA SALIDA A LA CRISIS ES POSIBLE!
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